Para muchas personas la ruptura de su relación puede resultar altamente perturbador. Es, sin embargo, normal que, en las primeras horas y días, la persona experimente algunos síntomas del síndrome de estrés agudo, que representan los intentos adaptativos del sistema nervioso en su lucha por restaurar el equilibrio. Síntomas como; la intrusión que puede tomar la forma de flashbacks que se generan espontáneamente durante el día, más frecuentemente al quedarse dormido o al despertar, en los cuales se revive la ruptura y se puede perder contacto con el momento presente.
Experimentar fragmentos de información sensorial del incidente: frases, tonos de voz, contacto físico vivido, la imagen de la partida, etc., o, de los mejores momentos de la relación. Pesadillas durante el sueño, pues la intrusión puede acosar a la persona con pesadillas que representan directamente la memoria traumática o terrores catastróficos no específicos (imaginar a la ex pareja tenido sexo con su nueva pareja o viviendo los mismos momentos que vivieron juntos, etc.). O teniendo pensamientos catastróficos acerca de lo que será la vida sin la persona amada, sufriendo intensamente al verse solo e infeliz el resto de su vida.
Cuando estos síntomas intrusivos no decrecen antes del primer mes, sino que persisten o se intensifican, provocando sufrimiento y deterioro funcional en la persona, es necesario recibir intervención para que los niveles de activación emocional sean óptimos y el cerebro pueda integrar la experiencia. Esto rompe el círculo vicioso en donde los síntomas del estrés disparan la necesidad de recuperar la pareja, manteniéndola en su mente y/o buscarla, re-traumatizándose más con el rechazo recibido o el dolor que genera pensar en los mejores recuerdos de la relación sin poder vivirlos de nuevo.
Así que, si ha pasado un mes después de la ruptura y aún el último pensamiento es la expareja, el primero del día ésta, se tiene pesadillas con ésta, se siente que no se puede sacar de la cabeza y además, se mira el futuro anticipando una vida infeliz y de soledad, es una señal que se necesita apoyo terapéutico, para integrar la experiencia, aprender de ella y estar preparado para un nuevo amor.
AMA, ÁMATE Y DÉJATE AMAR.